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Vivir con Diabetes

La diabetes es una enfermedad que se presenta cuando el nivel de glucosa en la sangre, también conocido como azúcar en la sangre, es demasiado alto; esta es la principal fuente de energía y proviene de los alimentos. La insulina, una hormona que produce el páncreas, ayuda a que la glucosa de los alimentos ingrese en las células para usarse como energía. Algunas veces, el cuerpo puede presentar problemas en la producción de la insulina o desarrollar una mala regulación.

La diabetes es un padecimiento que afecta a 382 millones de personas en el mundo. Actualmente mueren casi 4 millones de personas al año por complicaciones relacionadas con esta enfermedad; se estima que dentro de unos años, será una de las principales causas de muerte. Sin embargo, no siempre fue así. De hecho, hace 30-40 años, la diabetes tipo 2 no era para nada como la conocemos.

Hablando más a fondo de la enfermedad, existen 3 tipos de diabetes:

Diabetes Mellitus Tipo 1 (aproximadamente el 10% de los casos). También conocida como “dependiente de insulina” o “diabetes juvenil”, esta variación se presenta cuando el páncreas no puede producir insulina de manera eficiente. Los pacientes deben inyectarse insulina a diario o usar una bomba de insulina para controlar la enfermedad. Se le conoce como juvenil ya que por lo general comienzan los síntomas cuando somos niños.

Diabetes Mellitus Tipo 2 (aproximadamente el 90% de los casos). Se puede presentar en algún momento de la vida tras la resistencia a la insulina, una afección en la que las células no pueden usar la insulina de forma adecuada, a veces en combinación con una deficiencia absoluta de insulina. El tratamiento para la enfermedad requiere un control diario de los niveles de glucosa en la sangre. Al no llevar un tratamiento adecuado o no seguir las indicaciones del médico puede empeorar y requerir inyecciones de insulina diarias o una bomba de insulina. Este tipo de diabetes se puede prevenir, más adelante hablaremos sobre esto.

Diabetes gestacional. Es un tipo de diabetes que aparece por primera vez durante el embarazo en mujeres embarazadas que nunca antes padecieron esta enfermedad. La diabetes gestacional se puede controlar a menudo con una alimentación saludable y ejercicio regular, pero algunas veces la madre también necesitará insulina.

Los carbohidratos que consumimos a través de la alimentación constituyen la mayor parte de la glucosa que circula por nuestro torrente sanguíneo. Entonces, cuando comemos una fuente de carbohidrato como fruta o pasta, el páncreas debe secretar insulina, una hormona especial cuya función es comunicar a sus células que es hora de dejar entrar la glucosa. Por el contrario, cuando estamos en ayunas o llevamos una dieta baja en carbohidratos, el mismo páncreas secreta glucagón, una hormona que se usa para decirle al hígado que libere la glucosa almacenada a la sangre porque la necesita para obtener energía. Juntas, estas dos hormonas nos ayudan a estabilizar nuestro azúcar en sangre realmente bien durante todo el día.

Sin embargo, en el caso de las personas que padecen diabetes tipo 1, su páncreas no secreta insulina de manera adecuada. Sin insulina, no hay comunicación con las células y la glucosa nunca se absorbe. Esa glucosa puede permanecer circulando en la sangre durante mucho tiempo provocando hiperglucemia, que puede tener algunas consecuencias bastante graves como pérdida de peso, mayor riesgo de infección, sed excesiva e incluso coma. Por el contrario en la diabetes 2, el páncreas secreta insulina adecuadamente en respuesta a las comidas, pero por alguna extraña razón, el mensaje parece perderse. Las células no reconocen bien a la insulina, lo que resulta en niveles igualmente altos de glucosa en sangre. En este tipo de diabetes suele existir sobrepeso aunque existen excepciones.

La obesidad es uno de los factores de riesgo más importantes para desarrollar DM2 junto a la edad, la predisposición genética, los malos hábitos alimenticios y el sedentarismo. La evolución de obesidad a DM2 se debe a un fallo progresivo de la producción de la insulina que coincide con un progresivo aumento de la resistencia a la insulina. Cuando una persona tiene sobrepeso u obesidad, combinado con malos hábitos, su cuerpo necesita producir más insulina para llevar la glucosa a las células que forman su tejido adiposo y el páncreas tiene que producir más insulina para mantener la glucosa en sangre dentro de los niveles normales. Este sobreesfuerzo provoca fatiga en el páncreas y la consiguiente reducción de capacidad de producción de insulina.

Al combinar la obesidad o sobrepeso con malos hábitos alimenticios (como el consumo de azúcar procesada) y sedentarismo se genera un aumento de grasa general, y más concretamente de los depósitos de grasa visceral (grasa abdominal), esto está asociado con la resistencia a la insulina. Es un círculo vicioso y la historia de nunca acabar.

Aquellas personas que experimentan trastornos metabólicos como la obesidad a menudo tienen problemas de inflamación crónica y dislipidemias que pueden alterar las comunicaciones con la insulina, resultando en resistencia a la insulina. Aunque la patología de la obesidad es compleja, su impacto en nuestras células y en nuestros órganos puede resultar bastante dañino. Actualmente, los científicos están explorando la relación de muchos trastornos metabólicos con nuestro microbioma intestinal debido a su estrecha conexión con nuestro sistema digestivo y la regulación hormonal. Incluso se han descubierto ciertas relaciones entre la disbiosis intestinal y la diabetes tipo 2. Algunos estudios han encontrado que varios tipos de bacterias pueden influir en nuestro control glucémico y regular nuestra glucosa en sangre. Cuando la disbiosis afecta negativamente a estas bacterias, puede alterar las señales normales y contribuir a la resistencia a la insulina.

Como te mencionamos antes la DM2 es prevenible ya que es un padecimiento que se puede corregir y evitar con cambio de hábitos. Está comprobado que una pérdida de peso moderada y sostenida en el tiempo (aproximadamente de 5 a 10%) puede mejorar la acción de la insulina, disminuir las concentraciones de glucosa en ayunas y reducir la necesidad de algunos medicamentos para la diabetes. Cuando se vive con DM2 mantener un peso saludable es indispensable para lograr una buena calidad de vida. Te dejamos algunos consejos de como prevenir este padecimiento metabólico:

  • Incrementar la actividad física. Ejercicio de intensidad moderada como caminar, bailar, andar en bici, entre otros durante 150 minutos a la semana (30 minutos/5 días por semana).
  • Seguir una alimentación saludable: verduras, nueces, semillas, proteína de buena calidad, grasas saludables, frutas. Evitar productos ricos en azúcar y grasas saturadas: bebidas azucaradas, alimentos procesados y alcohol.
  • Tomar suficiente agua.
  • Dormir bien.
  • Evitar el estrés o tener un buen manejo de él.
  • Mantener un peso saludable.
  • Mantener una buena salud intestinal consumiendo pre y probióticos.

Aunque la diabetes tipo 1 aún no tiene cura, existen diversos tratamientos que te permiten llevar una vida normal y, para muchos que enfrentan la diabetes tipo 2, la esperanza de poner la enfermedad en remisión permanece. Los síntomas a menudo se pueden resolver mejorando tu alimentación, microbioma y actividad física.

Acércate con especialistas en el tema, como los de Somos, que te puedan asesorar sobre que cambios hacer para prevenir este y otros padecimientos.

Fuentes

https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/15137354/

https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/21193628/

https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/9803200/

https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29282247/

https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/26459815/

https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/26824869/

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