Artritis: cómo prevenirla y mejorarla
La artritis reumatoide es una enfermedad autoinmune que puede causar un daño articular irreversible, destrucción progresiva de cartílago y hueso terminando en una discapacidad significativa. El diagnóstico se basa en una combinación de características clínicas y de laboratorio. Los pacientes suelen presentar inflamación y rigidez en las articulaciones de las manos y los pies acompañada de dolor. La prevalencia global de la enfermedad se estima en alrededor del 1-2%, con una gran variación entre las diferentes poblaciones.
Aunque la patogenia de la artritis reumatoide sigue sin comprenderse por completo esta claro que factores genéticos y ambientales determinan la susceptibilidad a este padecimiento. En la última década se ha obtenido mucha información sobre los mecanismos celulares y moleculares implicados. Sobre la base de estos conocimientos, se han desarrollado nuevas terapias y los ensayos clínicos han demostrado la eficacia de tratamientos alternativos en pacientes con enfermedad activa. Un número creciente de estudios sugirió que la dieta tiene un papel central en el riesgo y la progresión de la enfermedad. Varios nutrientes, como los ácidos grasos poliinsaturados, presentan propiedades antiinflamatorias y antioxidantes, con un papel protector para el desarrollo de la artritis, mientras que otros como la carne roja y la sal tienen un efecto nocivo. La alteración de la microbiota intestinal y las modificaciones de la composición corporal son mecanismos indirectos de cómo la dieta influye en la aparición y progresión de la enfermedad. Los posibles efectos protectores de algunos patrones dietéticos y suplementos, como una dieta antiinflamatoria, la vitamina D y los probióticos, podrían ser una posible terapia complementaria futura al tratamiento estándar de la artritis. Por lo tanto, se debe fomentar un estilo de vida y una nutrición saludables en los pacientes con este padecimiento.
Los hábitos alimentarios podrían representar tanto un factor de riesgo como de protección, según las propiedades de alimentos en específico. Las elecciones dietéticas pueden mostrar efectos proinflamatorios, o por el contrario, reducir la inflamación. La dieta occidental, caracterizada por una alta ingesta de grasas saturadas y trans y un alto consumo de carbohidratos refinados, gluten, se ha asociado con un mayor riesgo de artritis principalmente a través de un aumento de inflamación e inducción de resistencia a la insulina y obesidad. Una dieta rica en alimentos directos de la naturaleza como verduras, frutas, tubérculos, proteína animal de buena calidad (como huevo y pescados grasos), nueces y semillas sería la opción ideal para prevenir y mantener la enfermedad al margén. A continuación te ponemos algunos de los nutrientes beneficiosos contenidos en dichos alimentos por su impacto en el organismo:
- Omega 3: puede modular a los mediadores de la cascada de inflamación que se genera cuando hay una reacción inmunológica exacerbada. También estimulan la fagocitosis de macrófagos.
- Antioxidantes: tienen la función principal de actuar como captadores de radicales libres y presentan varios efectos biológicos importantes. Inhiben la proliferación de células tumorales y la absorción de colesterol, presentan un efecto antiinflamatorio y modulan muchas reacciones redox incluyendo la reducción del estrés oxidativo. La artritis reumatoide se caracteriza por estrés oxidativo, aumento de la formación de especies reactivas de oxígeno, peroxidación de lípidos, daño del ADN y disminución de la actividad de los sistemas protectores antioxidantes.
- Jengibre: reduce la actividad de la enfermedad porque modula la expresión de genes que predisponen su desarrollo.
- Flavonoides: compuestos fenólicos presentes en plantas y hongos, tienen propiedades antioxidantes, antimicrobianas y antiinflamatorias. La genisteína en especial presenta propiedades antiinflamatorias, antiangiogénicas, inmunomoduladoras, analgésicas y condroprotectoras.
- Vitamina D: varios estudios epidemiológicos reportaron una asociación inversa entre las concentraciones séricas de vitamina D3 y la actividad y gravedad de la enfermedad, incluso en las primeras etapas del curso de la enfermedad. La suplementación con vitamina D mostró una menor tasa de crisis, niveles de dolor y puntuación de actividad de la enfermedad.
- Probioticos: El consumo de probióticos parece reducir el estrés oxidativo en el cuerpo humano. Estudios informan que el uso de probioticos en pacientes de artritis reducen los niveles de citocinas proinflamatorias y mejoran los síntomas (recuento de articulaciones sensibles e inflamadas, puntaje de salud global). Lactobacillus y Bifidobacterium son los principales probióticos utilizados.
- Té verde: el principal fitoquímico presente en el té verde, tiene efectos protectores, demostrados en enfermedades cardiovasculares, inflamatorias y neurodegenerativas, así como en diferentes tipos de cáncer. Específicamente en la artritis, modula la actividad de enzimas que evitan la destrucción de hueso y cartílago.
La evidencia del impacto de la dieta en la actividad de la artritis, junto con el papel de la microbiota y los efectos beneficiosos de los nutrientes sobre la inflamación y la inmunidad, subrayan la importancia de definir un mejor estilo de vida nutricional en los pacientes con este padecimiento. La actividad física, la pérdida de peso y los patrones dietéticos saludables pueden representar herramientas útiles, promoviendo una reducción de la inflamación, los síntomas y la discapacidad. Los efectos a largo plazo de este tipo de tratamientos alternativos podrían ayudar a reducir la actividad de la enfermedad de artritis, retrasar la progresión de la enfermedad y probablemente disminuir la dosis de medicamentos utilizados para su tratamiento. Si tienes antecedentes de esta u otra enfermedades autoinmunes en tu familia te recomendamos prevenir mejorando tus hábitos. En Somos queremos conocer qué necesitas para ayudarte y mejorar tu calidad de vida. Te invitamos a realizar nuestro test y tomar la asesoría con nuestros especialistas.
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